Las mujeres que padecen miopía elevada, además de una predisposición a una debilidad en la retina periférica, tienen un mayor riesgo de padecer un desprendimiento de la retina durante el parto, como consecuencia de los esfuerzos que se realizan en ese momento.
Dado este peligro, en ocasiones se aconseja a la gestante que se someta a una cesárea en lugar de dar a luz de forma natural. Además, cuanto mayor sea la miopía de la embarazada, mayor es la alarma y, lógicamente, la posibilidad de que se produzca un desprendimiento.
Por ello, la importancia de que las gestantes se sometan a periódicas revisiones durante los meses del embarazo para comprobar si ha habido un cambio de graduación, especialmente un aumento de la miopía por efecto hormonal.