Noticias ciudadanos

19

Jul

2016

Frotarse los ojos puede dañar seriamente la vista

El queratocono, una enfermedad de la córnea que afecta a una de cada 200 personas, puede agravarse por restregarse los órganos de la visión.

Frotarse los ojos es una mala idea. Es cierto que hacerlo de manera puntual y con suavidad alivia; y que, quien más, quien menos, todo el mundo se los restriega al despertar, cuando tiene sueño o en un momento puntual de estrés. Ese gesto tan cotidiano entraña, sin embargo, serios riesgos.

Al hacerlo, es posible que se cuelen en los ojos bacterias capaces de desencadenar una conjuntivitis. El polvo del aire depositado pueden generar, además, pequeñas lesiones, que facilitan por frotarse la aparición de arrugas prematuras. La relación de complicaciones que corren riesgo de agravarse es más larga de lo que uno se imagina: glaucoma, desprendimiento de retina, ojo seco… Una de las que más preocupan a los otfalmólogos es el queratocono, una enfermedad degenerativa, que puede acabar requiriendo un trasplante de córnea, pero para la que, por fortuna, se han dado importantes avances clínicos en los últimos años, según destaca el especialista José Ignacio Rekalde, del Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología en Bilbao.

Adolescentes y jóvenes

«Nadie va a tener un queratocono por frotarse los ojos», tranquiliza el especialista, «pero las personas con predisposición a sufrirlo –advierte– tienden a frotárselos más y pueden agravar su problema». El queratocono es una enfermedad de la córnea, que afecta en nuestro medio a una de cada 200 personas, generalmente adolescentes y jóvenes menores de 30 años. Pueden parecer pocos casos, pero es un chaval cada ocho aulas. Aparece a una edad en la que esa parte frontal y transparente del ojo está aún ‘en formación’, sin haber adquirido la rigidez que la caracterizará el resto de su vida.

Las causas que la provocan aún se desconocen. Se sabe que tienen un componente genético, pero no es una patología hereditaria. La cornea degenera y adquiere un aspecto delgado y blando, con una forma del todo irregular que dificulta el enfoque de los objetos que se ven.

Los avances de los últimos 15 años en los campos de la oftalmología y la óptica han permitido diagnosticar la dolencia de manera más temprana y evitar que más de la mitad de los casos tengan que resolverse con un trasplante de córnea. «Hasta hace sólo ocho años, no podíamos dar nada a estos pacientes, porque hasta los trasplantes iban fatal», reconoce el especialista.

En la actualidad, la mayoría de los casos, los que se detectan en fases tempranas, se resuelven con una sencilla cirugía que consiste en detener el avance de la enfermedad mediante el refuerzo del colágeno natural con una sustancia llamada riboflavina y rayos ultravioletas. En algunos casos, la córnea se refuerza también con unos anillos de un plástico especial que reducen la irregularidad. La cirugía «con resultados hoy muy favorables» se reserva para las situaciones más complejas. «Muchos pacientes tendrán que llevar lentillas, pero les habremos resuelto un problema grave de por vida», concluye José Ignacio Rekalde. 

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