La visión es clave para el aprendizaje, ya que el 80% de la información recibida en el colegio se obtiene de manera visual. Además, el CNOO recomienda que los menores acudan a revisiones visuales al menos una vez al año y dos veces al año cuando ya cuentan con problemas visuales.
En este sentido, los ópticos-optometristas recomiendan que todos los menores acudan a un examen visual optométrico completo en un establecimiento sanitario de óptica al menos una vez al año incluso si no tienen deficiencias visuales y, cada tres o seis meses, si tenemos alguna sospecha de que puedan existir problemas, como defectos refractivos (miopía, hipermetropía y astigmatismo), ambliopía (ojo vago), estrabismo o anomalías de la visión binocular.
“Una buena visión en edades tempranas es imprescindible para garantizar el aprendizaje escolar, ya que el 80% de lo que el niño aprende en la escuela lo recibe a través de los ojos”, asegura el decano del CNOO, Juan Carlos Martínez Moral, que hace hincapié en la importancia de prestar especial atención a estas edades al tratarse de una etapa en la que la visión se desarrolla completamente y donde se suele alcanzar el 100% de agudeza visual.
Durante la infancia es más fácil la prevención y la rehabilitación de cualquier alteración relacionada con el desarrollo visual debido a que estas alteraciones están menos arraigadas y la neuroplasticidad existente en esta etapa facilita una mejor y más rápida compensación. Ante esta situación, el decano del CNOO indica que “existen varios síntomas que pueden servir de voz de alarma para detectar la existencia de problemas visuales, desde las manifestaciones típicas de visión borrosa o cansancio ocular, hasta visión doble, enrojecimiento o lagrimeo, entre otros”.
Signos que alertan de posibles problemas visuales en niños
La identificación temprana de un problema visual en el menor puede ser crucial, ya que, si no se trata, puede afectar a su habilidad para aprender y a su adaptación al colegio. Por este motivo, el CNOO identifica una serie de síntomas que permiten sospechar de la existencia de algún problema visual cuando el niño:
• Suele sentarse demasiado cerca de la televisión o se aproxima mucho a los libros.
• Se pierde entre líneas cuando lee o usa el dedo para guiarse por el texto.
• Entorna los ojos o ladea la cabeza para ver mejor.
• Se frota los párpados con frecuencia.
• Muestra una gran sensibilidad a la luz o lagrimeo excesivo.
• Cierra un ojo para leer, ver la tele o enfocar mejor.
• Evita actividades que requieren visión de cerca, como leer o escribir; visión de lejos, como el deporte, y otras actividades de ocio.
• Se queja de dolores de cabeza o cansancio en los ojos.
• No usa algunos dispositivos electrónicos porque le provocan incomodidad ocular.
• Saca peores notas de lo normal.